4 enero, 2022
De mi Huila natal me trasladé a Bogotá para estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Central y en esta ciudad Dios puso en mi vida a dos mentores que marcaron mi rumbo político.
El primero fue el profesor Andrés Restrepo, un hombre intelectual, correcto, justo y de izquierda. Nuestra forma de ver el mundo no coincidía, pero precisamente de él aprendí que los partidos políticos no tienen ninguna relevancia en lo que corresponde al criterio en el actuar. Importan la voluntad de servir y las bases morales para hacerlo de forma transparente.
La segunda mentora fue Gilma Jiménez, Q.E.P.D., política de derechas, a quien vi por primera vez en una transmisión de televisión y cuyas palabras tocaron mi corazón en un momento en el que yo todavía no tenía claro qué hacía un concejal, ni un senador.
Eran las 11:00 p.m. cuando la vi hablar vehementemente a favor de nuestros niños y condenar con total dureza a los abusadores y violadores de menores. En ese momento supe que quería trabajar con ella, no por un sueldo o un cargo, sino para transformar a un país.
Al otro día de la transmisión me fui al concejo de Bogotá. No fue fácil entrar al recinto ni hablar con ella por primera vez, pero finalmente establecimos una relación en la que me convertí “en el niño de sus ojos” y ella, mi maestra. Gilma me convenció de aspirar a ser Concejal, Senador y Alcalde.
Honrando a sus enseñanzas llegué al Concejo de Bogotá con la votación más alta de mi partido y fui reconocido como el mejor concejal de Bogotá por el programa “Bogotá cómo vamos”.
Estoy en la política por vocación de servicio. Me siento orgulloso de tener una carrera limpia, sin escándalos ni investigaciones. No pretendo atornillarme al poder ni quedarme más de dos periodos en un cargo. Esa es mi promesa: “llegar, aprender y aportar”.
A mis mentores: sencillamente ¡Gracias!
Yefer Yesid Vega Bobadilla